lunes, 16 de mayo de 2011

Armonía y Estabilidad Emocional

Revista Espacio Humano
Nº 126 – Enero/2009 – p.18

Los remedios fitoterapéuticos (por ejemplo, las tisanas) deben administrarse a dosis muy precisas y pueden resultar nocivos, e incluso peligrosos en caso de error o de sobredosificación. En cambio tomar demasiadas gotas de Bach sólo supone una pérdida de tiempo y de dinero, ya que el exceso es eliminado.

Las flores de Bach carecen, además, de efectos secundarios y si nos equivocamos de flor, no ocurre absolutamente nada. Cada flor viene a ser la llave de una relación emocional desequilibrada –por ejemplo, la del alerce
(larch) transforma el nerviosismo (baja autoestima) en confianza en uno mismo- y equivocarse de flor es como derribar una puerta abierta en ese caso tomar esencias florales resulta inútil. La  única consecuencia negativa es que la puerta que estaba cerrada sigue estándolo y el problema sigue sin resolverse…

Resulta imprudente sufrir un problema de salud física o mental y no consultar al médico o al psicoterapeuta.
Las Flores de Bach no son una terapia alternativa que sustituya a la medicina occidental clásica. Tampoco se trata de una terapia paralela que sigue un camino diferente y no se cruza nunca con la medicina oficial.
Es un método de sanación “complementario”, una forma de terapia que cubre una laguna de la consulta médica tradicional: escuchar al paciente tomar en consideración sus emociones, ver las opciones de vida que lo han llevado al estado en que se encuentra.

Actúan fundamentalmente en el campo energético del ser humano, es decir, en las vibraciones invisibles de las que estamos rodeados y que la fotografía Kirlian empieza a demostrar.
Cuando tomamos Flores de Bach afinamos la percepción de nuestro estado interno, nos hacemos más sensibles a nuestras propias mejorías o empeoramiento, percibimos mejor cambios cada vez más sutiles.
Constituyen un método de conocimiento, no sólo una técnica de salud preventiva o una terapia complementaria, sino que una “filosofía de vida”.
Lograr ser uno mismo, o acercarse progresivamente a uno mismo, es lo esencial de este sistema de sanación.

Para Bach “gozar de buena salud es ser uno mismo” y que las enfermedades surgen debido a un relativo “alejamiento de uno mismo”.
El hombre está formado por la imbricación de tres elementos: cuerpo, personalidad y alma.

El cuerpo que soy, no algo ajeno como un coche que llevo al garaje para arreglarlo. Sino todo lo que siento que soy y experimento en una relación íntima conmigo mismo.

La personalidad representa el Yo de la vida cotidiana: tal como me muestro a mí mismo y a los demás. Tal como me comporto, con las cualidades y defectos que reconozco en mí mismo. El yo que experimento desde mi interior, el Ego
sin connotación positiva o negativa. Es la personalidad la que experimenta las emociones que la alegran o la perturban, la que siente el deseo o el hastío, la que se entusiasma o se desanima. Es la que sacará mayor provecho de los armonizadores florales.

El alma representa mi esencia, mi Ser, mi impulso de vida, el proyecto fundamental que me mueve, mi misión en la existencia.
Dice Bach: “Mientras que el alma y la personalidad están en armonía, todo es alegría y paz, bienestar y salud. El conflicto surge cuando la personalidad se aleja de la vía trazada por el alma, ya sea como consecuencia de nuestras propias pasiones o debido a la persuasión de los demás.

Este “conflicto” es la causa profunda de la enfermedad y de la insatisfacción”
La enfermedad y la tristeza suponen “desarmonía”, mientras que la felicidad y la salud suponen “armonía”.

Gozar de buena salud no se reduce a no haber sido diagnosticada una enfermedad, así como estar enfermo no equivale a llevar la etiqueta de una determinada patología.  Por ejemplo: un moribundo o un minusválido gozan de buena salud, mientras que un individuo “funcional” puede ser perfectamente considerado un enfermo.
Cada una de las 38 flores de Bach se corresponde con una grieta específica entre estas dos dimensiones de nuestro ser. Es como una puerta cerrada un mensaje que ya no pasa entre el alma y la personalidad.
Tomar la flor adecuada permitirá entreabrir esta puerta, con el objeto de que la energía vuelva a circular. La persona se reunifique progresivamente consigo misma y el tejido rasgado se reconstruya.

Identificar la flor y tomar la esencia correspondiente es lo primero que hay que hacer. Los cambios empezarán a producirse a partir de entonces y podrán llevarnos poco a poco a plantearnos otros cambios.
Su método de curación pasa porque la persona se responsabilice frente a su enfermedad y nos exige un compromiso a favor de nuestra propia salud.

Bibliografía:
*Seflor, Sociedad española para la investigación, promoción y uso terapéutico de las esencias florales, fundada en 1984.
**Rosselet-Capt, M. Estabilidad Emocional con las Flores de Bach.

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