lunes, 16 de mayo de 2011

¿Vas o Vienes?


Revista Espacio Humano
Nº 135 – Noviembre/2009 – p.74

Oleadas de vida fluyendo hacia nuevos destinos
Emigrar en el siglo XXI es algo más que una aventura, es una búsqueda, muchas veces, irrefrenable de esperanza!


Hace tiempo que está rondando en mis pensamientos el tema de la inmigración, sin duda una deuda conmigo misma. Primero como hija de inmigrante –mi padre era mallorquín y partió a los 16 años para “hacer la América”– y también porque luego de haber vivido en cinco países con idas y vueltas, nostalgias y los retos que implica sostener la cohesión de la pareja, la familia, ahora siento que he echado raíces en Madrid. Me casé con un hijo de inmigrantes valencianos y gallegos, y con el que tengo tres hijos nacidos en tres países diferentes y que nos han dado cuatro nietos españoles.

Me formé como Psicóloga Social. El acento estaba puesto en exponer nuestra realidad de cada día para significarla, relacionándola con nuestros vínculos y conduciéndonos a una puesta en acción, eso nos convertía en “agentes sociales”.

La vida cotidiana
Es el desarrollo que adquiere día tras día nuestra historia individual. Cotidianeidad es espacio, tiempo y ritmo. Se organiza alrededor de la experiencia, de la acción, del aquí de mi cuerpo y del ahora de mi presente. Nos muestra un mundo subjetivo, pero a la vez es intersubjetivo, social, compartido. “Mi mundo” es un mundo que vivo con otros.

Es en este espacio donde el inmigrante viene a insertarse. Ese es su proyecto: construir una nueva cotidianeidad.

La inmigración
En principio, la migración es un derecho humano básico, que ha sido reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos y por los Acuerdos de Helsinki.

La movilidad de capital y trabajo que propugnan los defensores de las políticas económicas ultraliberales debería conducir a la aceptación de la redistribución de población, con migraciones masivas y libres hacia donde se necesita mano de obra. Pero la realidad de las fronteras estatales y las obligaciones de los estados hacia sus propios ciudadanos conducen a limitaciones efectivas de dichos derechos. Esto plantea graves dilemas morales que están siendo hoy objeto de creciente atención y que inciden en los debates sobre las políticas migratorias.

Los que reciben a los inmigrantes
Para los miembros del país de acogida supone acostumbrarse a convivir con la diversidad. Sus formas de actuar, pensar, sentir pueden ser difíciles de entender, rompen la relativa homogeneidad cultural. El reto es tolerar y aprender a manejar la incertidumbre y el pluralismo cultural que produce la llegada de los inmigrantes.

Los que llegan a un nuevo país
Los inmigrantes encuentran normas, valores y costumbres que no les son familiares. Su forma “correcta” de ver el mundo y actuar contrasta con otra realidad distinta. Surge el cuestionamiento a lo aprendido y valorado durante toda su vida y la exigencia de adquirir nuevos conocimientos y habilidades para actuar competentemente.

El contacto intercultural puede suponer un choque entre distintos valores, creencias, normas y formas de actuar entre dos culturas diferentes. Aparece un estado general de depresión, frustración y desorientación.

Se manifiesta en el darse cuenta de las diferencias que existen acompañado de sorpresa, ansiedad, indignación o alteración. Supone también un duelo, tienen que afrontar las múltiples pérdidas, La pérdida de referentes culturales es una de ellas. Se produce un sentimiento de impotencia.

Buscando recursos y herramientas para procesar los cambios que nos tocaban (o elegimos vivir) nos encontramos con las Flores de Bach. Se transformaron en un recurso familiar para disolver la tensión provocada por el esfuerzo continuo de adaptarse,

Las Flores de Bach nos permitieron resolver problemas de salud, psicológicos, somáticos y de relación social. Pudimos capitalizar el choque cultural como un aprendizaje que permitió transformar las diferencias en oportunidades y las dificultades en retos a afrontar.
Los estresores del Síndrome del Inmigrante
El ser humano tiene una capacidad de adaptación a los cambios, sin embargo emigrar se está convirtiendo hoy para millones de personas en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos que llegan a superar esa capacidad, son candidatas a padecer el Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico y Múltiple o Síndrome de Ulises (haciendo mención al héroe griego que padeció innumerables adversidades y peligros lejos de sus seres queridos).

· La soledad.
Separación de la familia y seres queridos. La soledad forzada es un gran sufrimiento. Se vive sobre todo de noche, cuando afloran los recuerdos, las necesidades afectivas, los miedos. Es un duelo, tiene que ver con los vínculos y el apego, con el dolor que producen las separaciones.

La soledad de encontrarme con códigos diferentes, aún hablando la misma lengua, en un entorno donde incluyo desde la compra en el supermercado, decidir el barrio, la escuela para mis hijos, el sistema médico, y en silencio clamando por una escucha amiga que me regalase su reconocimiento a mi ser esencial, a mi diferencia.. Sí, un tránsito doloroso y lento despidiendo el pasado y mirando con incertidumbre y desafío el futuro que había que forjar.

· Duelo por el fracaso del proyecto migratorio.
El sentimiento de desesperanza y fracaso que surge cuando el inmigrante no logra ni siquiera las mínimas oportunidades para salir adelante al tener dificultades de acceso a “los papeles”, al mercado de trabajo, o hacerlo en condiciones de explotación.

No ha sido nuestro caso porque los traslados de nuestra familia fueron el resultado de la libre selección de alternativas –aunque el entorno socio-económico fue un gran determinante. Hubo abundancia de recursos respecto a las necesidades básicas: alimentación, vivienda, educación, trabajo. Aún así, en similares situaciones, desde el rol de amiga y/o profesional he visto a muchas personas y parejas expatriadas quebrarse, donde los reproches mutuos los condujo irremediablemente a la fragmentación.


· La lucha por la supervivencia.
1) la alimentación, muchos tienen dificultades para encontrar comida y se hallan subalimentados.

2) la vivienda, los que no están regularizados tan sólo pueden acceder a la vivienda dependiendo totalmente de otras personas, con alto riesgo de padecer abusos.

En mi caso tuve que aprender de nuevo el nombre de los alimentos básicos y conseguir formas de adaptarlos a nuestros hábitos alimentarios.

Tuve que buscar y encontrar asistencia médica y pediatras de confianza, a partir de un nuevo enfoque, dado que no podía basarme en relaciones o referencias de otras personas porque no conocía a nadie a quien acudir.

· El miedo.
Duelo por los peligros físicos del viaje migratorio, las coacciones de las mafias, las redes de prostitución. El miedo es también perceptible en los niños inmigrantes cuyos padres no tienen papeles. Vemos niños asustados porque sus padres se retrasan apenas un rato en llegar a casa, piensan que quizás los han deportado y que se quedarán solos aquí. Y en este caso no estamos hablando de fantasías infantiles de abandono y persecución sino de realidades objetivas. El miedo se halla relacionado con la vivencia de situaciones traumáticas, con los peligros por la integridad física.

El miedo a ese espacio ambiguo “No soy de aquí ni soy de allá…”está presente durante mucho tiempo amenazando la realización del proyecto, restando energía al cambio de creencias, de parámetros diferentes para mirarnos y dejarnos mirar.

También lo he visto trabajando como voluntaria en el apoyo escolar de niños de padres inmigrantes. Ellos esperan que pasen a buscarlos, otros tienen la llave para volver a casa y allí también esperan.

Para concluir y procurando una síntesis, estamos hablando de la experiencia de las Flores de Bach como recurso para gestionar el desarraigo y el desamparo interior, para canalizar las energías que conllevan un duelo y enfocarlas en el restablecimiento de la vida cotidiana.

Bibliografía:
-Páez y Zlóbina. Cultura y diferencias culturales.
-Achotegui. Síndrome del Inmigrante con Estrés Crónico.
-E.Pichon-Rivière. Psicología de la Vida Cotidiana.

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